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Este milenario juego tradicional de origen chino llega a Chile en el siglo XVIII, gracias a los sacerdotes misioneros llegados de Europa, especialmente monjes benedictinos, según cuentan algunos historiadores. Rápidamente este juego se popularizó entre niños y adultos, y era común ver cada año en agosto y septiembre, como los volantines de colores volaban por los aire. Era tanta la pasión que provocaba este juego, que a veces se producían disputas por apuestas y peleas entre contrincantes, por lo que hubo una época de nuestra historia en que la práctica volantín estuvo prohibida.

Pronto el juego siguió prácticándose y así cada año al llegar los primeros vientos primaverales, grandes y chicos salen a parques, cerros o canchas a encumbrar sus volantines, siendo las Fiestas Patrias, el mejor momento para disfrutar de esta centenaria actividad. Aunque con el tiempo el interés por esta práctica ha disminuido en comparación al pasado, hoy aún son muchos quienes a lo largo del país se rinden ante el especial y tradicional encanto de los volantines.

Según detalla el folclorólogo Oreste Plath en su libro “Origen y folclor de los juegos en Chile”, el volantín se confecciona con papel de seda de distintos colores, llamado papel de volantín. El armado consiste en dos varillas de caña liviana que no sobrepasan los 5 mm de ancho: una en diagonal; la otra en forma de arco que corta la parte superior de la primera varilla. En este esqueleto se colocan unos tirantes de hilo, a los que se ata el hilo mayor para encumbrarlo. En la parte inferior lleva una tira, la cola de papel o género que sirve de contrapeso, la cual debe tener un largo exacto para mantenerlo quieto, o bien para ponerlo “culebreador”.

Volantín: El juego tradicional

Dentro de los juegos tradicionales con está el echar comisiones, que son batallas aéreas entre volantines, generalmente usando hilo curado, con el fin de mandar cortado el del contrincante por el roce de los hilos. Ese volantín que queda libre (“cortao”), no tiene dueño y es perseguido por niños y adultos. El primero que lo captura se lo adjudica. Aunque esta competencia tenía muchos adeptos, en Chile se prohibió el uso del hilo curado, ya que se produjeron demasiados accidentes y heridas cortantes en niños y adultos. Aunque hay  quienes siguen defendiendo el uso del hilo curado, creemos que lo más seguro es simplemente deleitarse con el placer de elevar los volantines con hilo "sano" (sin vidrio) y disfrutar su visión en el cielo.

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